Allá va mi cabeza, extraviada de mi
cuello.
Los brazos se me hacen aspas
articuladas
y vuelan.
Esta es mi cadera, más mía que nunca.
Mi cintura aúlla verdades
comprometedoras
y me gusta.
Aquellos ojos cerrados parecen los
míos.
Es mío ese labio inferior entre mis
dientes
y duele.
Aquí tengo mis pies, que ya no me
retienen.
Me propulsan al fondo, al fin, al
infinito
y bailo.